Receta para caer en la tentación

“Yo amo a los que me aman, Y me hallan los que temprano me buscan” (Proverbios 8:17 RV1960).

Un día leí en el Internet que un alto porcentaje de la población, el 75% no toma suficiente agua y sufren de deshidratación sin darse cuenta. Sienten ganas de comer algo pero la realidad es que tienen sed, sufren de complicaciones de salud por la falta de líquido. Así mismo un alto porcentaje siempre tiene hambre de algo porque no toman las aguas del Espíritu Santo, sufren de muchas enfermedades físicas y emocionales porque les faltan 8 vasos diarios de Dios.

Duerme, baja la guardia, descuida tu intimidad con Dios, la vida de oración y lectura de la Biblia y tendrás la receta para caer fácilmente en las garras que trae cada día cuando eres tentado en tus pensamientos, palabras y acciones.

Cuando no hablamos con nuestro Padre celestial, no entendemos sus planes, nos resistimos a rendirnos y morir a nosotros mismos. No le confiamos nuestro ser completamente a Dios, vemos esto como un peligro y no como parte del proceso que Él tiene para cumplir su gran propósito en nuestras vidas.

Las personas que no oran con regularidad caerán en la tentación de alejarse de la iglesia y del servicio al Señor. Poco a poco sentirán una “paz” en su corazón al quedarse todos los días en un merecido descanso viendo la televisión y apartándose de las actividades en su congregación que antes disfrutaban tanto, o trabajando tanto que simplemente “no hay tiempo para las cosas espirituales”.

Un individuo que comienza a apartarse de Dios, no solo se alejará de la iglesia, sino que terminará también otra vez en el mundo buscando el calorcito del frío espiritual que hay en su corazón. La asociación con lo mundano traerá una vez más un alma rebelde y amargada.

“Dios, Dios mío eres tú, de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela. En tierra seca y árida donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria así como te he mirado en el santuario… Cuando me acuerde de ti en mi lecho, cuando medite en ti en las vigilias de la noche” (Salmos 63:1-6 RV1960).

Piénsalo:

  • ¿Qué hábitos o actividades en tu vida han estado interfiriendo en tu relación con Dios?
  • ¿Qué hora y lugar serian los más adecuados para comenzar a pasar tiempo a solas con Dios diariamente?