Lavar

LAVAR

Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: —Señor, ¿tú me vas a lavar los pies a mí? (Juan 13:6 NTV)

Lavar me habla de limpiar algo.
Me hace pensar en quitar las impurezas, en remover las manchas, en sacudir el polvo, en pulir o lustrar algo, en hacer que algo brille y sacarle su verdadero color.
Se puede lavar la ropa, los trastes, el carro, el piso, la cabeza, los pies, el cuerpo, etc.

—¡Entonces, lávame también las manos y la cabeza, Señor, no sólo los pies! —exclamó Simón Pedro. (Juan 13:9 NTV)

Podemos lavar no solo nuestro cuerpo sino nuestro corazón, nuestra alma, nuestra mente.

—Si no te lavo —respondió Jesús—, no vas a pertenecerme. Juan 13:8 NTV

Jesús nos lava con su Palabra los pensamientos autodestructivos, las emociones tóxicas como el odio, el temor, resentimientos, amargura, etc.
Jesús nos lava los ojos para tener visión. Podemos ver por la fe cosas grandes.
Podemos ver los planes que él tiene para nuestra vida.

Pues yo sé los planes que tengo para ustedes—dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza. (Jer 29:11)
Todo es posible en Dios.  Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. (Fil. 4:13) 

Lavar me habla de oler a limpio y rico, de un olor atractivo que inspira integridad para que otros se me acerquen con confianza.

Piénsalo:
¿Qué ha lavado la Palabra de Dios?
¿Qué necesitas que Dios lave en ti?
¿Qué ha cambiado en ti después de que Jesús lavó tu corazón y mente?